~La realidad es cosa de dos~
La realidad está dividida, como
vimos en clase, entre buenos y malos,
entre norte y sur, entre hombres y mujeres, entre opresores y oprimidos. [Nota: el masculino
plural no es sin querer, es adrede porque en esa dualidad sólo existen los
hombres –cisgénero-.] Pero tampoco es que sólo existan dos partes, es que sólo
están visibles dos partes. Porque existir existen muchas más, infinitas,
innombrables algunas y otras tan conocidas como ocultadas. La realidad entonces
está dividida entre lo visible y lo invisible, entre los que no ven y
les[1]
que ven. Pero… tampoco es que sólo no vean los hombres. Quizá dentro de este
último plural masculino estén dentro esas mujeres que sienten que cuando se usa
<<hombres>> para referirse a personas estamos incluidas. A lo que
yo me pregunto ¿Dónde? ¿En qué parte del léxico cabemos? ¿En la m quizá?
Lo importante del lenguaje, para
mí, no es la palabra en sí –que también- sino lo que construimos en nuestra
imaginación a partir de él. Cuando usas <<hombre>> o hablas en
masculino plural instantáneamente en tu cerebro te estás imaginando un cuerpo
masculino: dos piernas de pie, con pelos, partes genitales masculinas, torso delgado
y musculado, barba y pelo corto. ¡Y es que este típico tópico es el
protagonista de toda nuestra actividad imaginaria! De igual forma que debido a
la dualidad y sus siempre fieles medios de comunicación cuando se habla de
ricos y pobres nos imaginamos un hombre trajeado, blanco, de pie, pelo corto,
musculado o gordo –ni si quiera nos importa- frente a un niño pequeño,
enclenque, negro, con las piernas retorcidas y la tripa hinchada, hasta con alguna
mosca rondándole. Claro, ambos también varones.
Desde este punto partimos cuando
participamos en cursos como éste en el que nos enseñan a cuestionarnos los
aprendizajes adquiridos o cuando leemos en internet artículos transgresores que
rompen todos los esquemas habidos y por haber. Bueno, a decir verdad, ese es el
punto del que parten las personas que, sin haberse dado ni cuenta, cabían
perfectamente en el cajón de la normalidad.
Porque yo quizá algunas reflexiones ya las tuve cuando vi que ni yo cabía en
ese cajón ni ese cajón estaba hecho para mí. Después fui viendo que había
personas como yo, incluso distintas pero fuera de la normalidad establecida:
unas sí querían entrar en el cajón, otras se dedicaban a tallar otros cajones
alrededor, había también quienes
tallaban cajones en armarios distintos, hasta quienes lo que querían era quemar
el armario. En fin, vi que la dualidad era ficticia y que el binarismo… son “los
padres”.
[1]
Les: utilizo la e como género neutro,
deconstruyendo las normas del lenguaje y su invisibilización de parte de la
realidad. Ya que el lenguaje no binario no tiene un uso único, suelo utilizar
la e, o el femenino plural para
provocar un choque en la imaginación de la realidad, o directamente la omisión
de palabras que hagan referencia a cualquier género.
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